sábado, 29 de abril de 2017

Tomar distancia

Cuando estás tan desgastada que todo lo que te toca te aplasta
quieres huir de ti misma por lo mal que te está saliendo todo.
Y no te gustas;
casi, hasta dejas de quererte un poco.

Lo mismo que ayer todo fluyó

hoy ha sido un tremendo desastre.

Y tu interior lucha inmensamente por seguir adelante intentando salvar lo que no está de tu mano, por lo que, en ese momento, la situación es insalvable.


 Y te gastas. Y te acabas. Y te apagas. 

Consciente de que no todo depende de ti.

Consciente de que eres maravillosa pero no perfecta.
Consciente de que sabes hacerlo bien pero hoy nada tiene sentido.
Consciente de que te entregas en cuerpo y alma a lo que sientes y haces, porque crees en lo que haces.

Y ¿qué se cansa más? 
¿El cuerpo o el alma?

Tomar distancia emocional

Tomar distancia y dejar de mirar
Tomar distancia y no implicarte
Tomar distancia es echarte a correr y escapar.

Tomar distancia es callar

Tomar distancia es no estar

Y casi siempre, al tomar distancia, es posible ayudar e incluso acertar. Es increíble ¿verdad?


Cuánta más distancia necesitas más tensión en el enojo.


El enojo no es negativo, lo negativo es cargar con él durante el resto del día. 


Cuando estás desgastada el enojo se viene contigo y,
de la misma manera, cuando estás en tu centro, el enojo aparece, se enoja, lo miras y desaparece.

Son las cosas del enojo,  que necesitan tomar la distancia adecuada para no herir-te y herir.




Hace muchos años tuve una gran compañera con la que aprendí a soñar poco a poco y con la que  aprendí a perder y ganar. Sobre todo a perder. A través de ella me llegó la siguiente frase que, desde hace años, luce en mi clase muy cerquita del calendario.


"EN LA ESCUELA COMO EN LA VIDA, HAY DÍAS NUBLADOS, EN LOS QUE SE TUERCE EL CORAZÓN A GOLPE DE DESASTRES, DE INSEGURIDADES, O DE ERRORES SOLEMNES. Y DÍAS CLARITOS, EN LOS QUE SE TE ESPABILA EL ALMA SIN PODER EVITARLO..."

(De Carmen Díez Navarro)

                      



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