martes, 5 de enero de 2016

El pajarito y el pino

Este es un cuento típico de los países nórdicos.

Abrígate bien porque te voy a contar un cuento de un lugar donde los pájaros, en invierno, se van hacia el sur. 

Un cuento donde hay fuertes y poderosos que no quieren ayudar a nadie. 

Un cuento donde hay seres generosos que dan lo mejor de sí mismos.

Un cuento con su recompensa.

Abre tu corazón que te voy a contar un cuento.



Un día, hace mucho tiempo, llegó el invierno. 
Hacía mucho frío. Todos los pajaritos se habían marchado hacia el sur, ya que allí hacía más calor y así podían esperar a que pasara el invierno y no morirse de frío.

 Pero había un PAJARITO que tenía el ala rota, no podía volar y no sabía qué hacer. Miraba por todas partes para ver si encontraba un agujerito donde poder esconderse. 

Mirando y buscando, vio los árboles del bosque.

-¿Querrán estos árboles darme abrigo todo el invierno?

            Fue saltando y saltando hasta llegar al bosque.

            El primer árbol que encontró fue un OLMO. Un olmo que tenía las hojas de plata.
            -Buen olmo –dijo el pajarito-, ¿me dejas vivir en tus ramas hasta que llegue la primavera?
            -No, no. Ya tengo bastante con cuidar de mis ramas…

            El pobre pajarito volvió a dar saltitos con su ala rota, hasta que llegó a otro árbol.

            -Buenos días ROBLE –dijo el pajarito-,  ¿me dejas vivir en tus ramas hasta que llegue la primavera?
            -Si te dejo vivir en mis ramas picotearás todas mis bellotas.

            El pobre pajarito continuó saltando y saltando como pudo, hasta que llegó cerca del gran SAUCE que vivía al lado del río.
            -Buen sauce –dijo el pajarito-, ¿me dejas vivir en tus ramas hasta que llegue la primavera?
            -No, no –dijo el sauce-, yo no cobijo jamás a los desconocidos.

            El pobre pajarito no sabía qué hacer, pero siguió saltando y saltando lo mejor que podía.

            Cerca de él había un ABETO. El abeto, al verlo, le dijo:
            -¿Dónde vas pajarito?

            -No lo sé –respondió el pajarito-, los árboles del bosque no quieren cobijarme y yo no puedo volar con mi ala rota.
            -Ven conmigo –dijo el abeto-. Elige la rama que más te guste. Espera, yo creo que en este lado estarás más calentito.

            -Gracias, gracias –dijo el pajarito-, ¿pero podré quedarme todo el invierno?

            -Claro que si, así me harás compañía.

            El abeto vivía cerca de su primo, el PINO. Cuando vio al pajarito, el pino dijo muy contento:

            -Mira, mis ramas no son muy frondosas, pero puedo proteger del viento al abeto porque soy más grande y más fuerte que él.

            Así fue como el pajarito se preparó un buen lecho sobre las ramas más frondosas del abeto y en el lado donde el pino le podía proteger mejor.

            El pajarito estaba muy contento en su nueva vivienda; de esta manera pudo pasar todo el invierno, bien calentito.

            Los otros árboles, viendo lo que pasaba, comentaban:

            -Yo no quería dejar mis ramas a un pájaro que no conozco –dijo el olmo.

            -Yo tenía miedo de perder mis bellotas –dijo el roble.

            -Yo no hablo con desconocidos –dijo el sauce.

            Aquella misma noche, el VIENTO DEL NORTE llegó al bosque. 

         Y sopló  tanto sobre los árboles que hoja que tocaba, hoja que caía.

            -¿Puedo jugar con todos los árboles y hacer caer sus hojas? –preguntó el viento a su padre.

            -No –dijo el PADRE-. Los árboles que han sido buenos con el pajarito que tenía el ala rota pueden conservar las hojas hasta que les broten las nuevas.

           
El viento del norte dejó en paz las hojas del abeto y del pino. 
Y por eso, en invierno, todos los árboles pierden las hojas  mientras que el pino y el abeto siempre tienen las ramas llenas.


Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO. Y COLORÍN COLORETE POR LA CHIMENEA SALE UN COHETE.



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